martes, 18 de octubre de 2011

LLANURA CHACOPAMPEANA

Explotación forestal

A fines del siglo XIX comenzó la explotación de los bosques de quebracho y algarrobo, que fue desarrollada a gran escala por empresas europeas. De estos árboles se obtenían maderas para leña y el tendido del ferrocarril y una sustancia llamada tanino, usada para el tratamiento de los cueros. Esta actividad permitió que se tendieran vías ferroviarias, se instalaran industrias y surgieran pueblos habitados por los trabajadores del bosque. Pero las empresas forestales, a las que se les cedieron millones de hectáreas, talaban los árboles sin plantar nuevos ejemplares, y el bosque comenzó a desaparecer. A partir de 1940 decayó la extracción de tanino en la zona, ya que estas mismas empresas comenzaron a obtenerlo en plantaciones africanas, y, se descubrieron sustancias sintéticas que lo reemplazaban. Las áreas deforestadas fueron ocupadas por colonos que se dedicaban al cultivo de algodón.

[editar]Algodón

Entre las plantas de cultivo de la región chaqueña, el algodonero es la más importante.

[editar]Soja

La producción de soja es de gran importancia económica para el país, por el sostenido ingreso de divisas que genera la exportación de los granos de soja y sus subproductos.
La principal zona productora de soja es la región pampeana abarcando las provincias de Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos y norte de Buenos Aires. Otras zonas cultivadas se encuentran en las provincias de Chaco, Santiago de Estero, Tucumán y Salta.
La demanda mundial de granos de soja y sus derivados adquiere importancia debido a diversos motivos. Desde 1970, el desarrollo de la ganadería intensiva requiere la incorporación de derivados de la soja como complemento en la alimentación del ganado. A esto se suma el sostenido crecimiento del consumo mundial de aceites vegetales, entre ellos el de soja.
En Chaco y Santiago del Estero, la expansión de este cultivo se realiza sobre zonas anteriormente ocupadas con bosque nativo y selva.
La etapa industrial se desarrolla principalmente en plantas aceiteras e incluye:
  • La molienda de granos de la que se obtienen aceites brutos (para usos industriales) o refinados (para consumo humano). Del total de la molienda de granos, el 88% corresponde a la soja.
  • La obtención de subproductos, que son residuos sólidos provenientes de la extracción de aceites.
Existen en el país 47 plantas aceiteras que industrializan el 75% de la soja que se produce. La mayoría de estas plantas se ubican en la zona pampeana. Uno de los procesos experimentados en el complejo de la soja ha sido la concentración económica en la industria aceitera. Por otro lado, el sector no escapó al proceso de “extranjerización” de la industria, que se manifiesta en la compra de compañías locales por parte de grandes empresas transnacionales.
[editar]Comercialización
Los granos producidos en los establecimientos agropecuarios son comprados por cooperativas que los venden a los exportadores o a las empresas aceiteras. En los últimos años se ha difundido la “agricultura de contrato”, que consiste en un arreglo entre el productor y la industria, según el cual el productor produce lo que la industria la demanda (asegurándose así la venta de la producción) y la industria le provee los insumos necesarios. El 85% de la producción de aceites y el 95% de los subproductos se exportan. En el mercado interno la comercialización está dominada por la gran distribución minorista de las cadenas de híper y supermercados.

UN POCO MAS!

Todas las iniciativas de explotación forestal tienen un impacto en los bosques naturales, sea por la explotación comercial de la madera, o las industrias procesadoras, o por su conversión a otros usos, o la clausura de los bosques para rehabilitarlos.
La explotación forestal comercial, puede destruir recursos importantes para las economías locales, y pueden ocasionar la colonización incontrolada. La clausura de bosques para su rehabilitación, puede generar problemas sociales con las poblaciones locales, que ven reducidos sus recursos. La planificación busca cada vez más, integrar las necesidades de las poblaciones locales, con las iniciativas de conservación y rehabilitación d 

EXPLOTACION FORESTAL EN ARGENTINA

La argentina es un país con mucho potencial forestal. Su gran desarrollo latitudinal permite la proliferación de distintas especies. Las precipitaciones, el clima, los distintos tipos de suelos permiten lograr materias primas de muy buena calidad. La argentina tiene alrededor de 20 millones de hectáreas aptas para la actividad forestal, esta actividad económica cobra importancia en misiones. En un segundo plano quedan las provincias de Córdoba, Mendoza, buenos aires y el noroeste. En todos estos lugares las materias primas están listas para ser extraídas. No necesitan ningún tratamiento que encarecerían el precio de esta actividad. En la constitución nacional no hay restricciones para el desarrollo de la misma ya que es considerada beneficiosa para el ambiente. 

Explotación extractiva : el caso del quebracho colorado
A fines del siglo XXI, comenzó la explotación del quebracho colorado en el bosque chaqueño, en un área que abarcaba el norte de la provincia   de santa fe, chaco, Formosa, Santiago del estero y el este del salta y de Jujuy
El quebracho colorado, originario de la zona, se convirtió en un recurso natural debido a dos factores. Por un lado, su madera dura y resistente era apta para la construcción de postes para...

Una actividad Rural ?

Deforestación:

Es el proceso por el cual, se arrancan los árboles de los bosques, para la explotación humana. El ser humano, explota el recurso de los bosques para satisfacer sus necesidades personales o comunitarias. La madera es empleada para la fabricación de una gran cantidad de objetos de uso humano, también es empleada como combustible. En ocasiones, la deforestación se da para obtener tierras para el cultivo o la cría de ganado.
En la actualidad, la gran explotación de los bosques, ha comprometido la supervivencia de este recurso, pues se consume más madera de la que se produce.

Destruir un bosque significa acabar con muchas de las especies que viven en él, incluyendo especies que el hombre no ha logrado clasificar, y que desaparecerán sin que llegue a conocerlas.

Explotación de las selvas:

Las principales selvas tropicales se encuentran en América del Sur y Central, África Central, y el sudeste asiático, y éstas sufren la tala indiscriminada a diario.
Las dos causas principales de la deforestación selvática, residen en la explotación maderera, que permite a naciones empobrecidas, la obtención de divisas fáciles. La otra es la transformación de selvas en territorio para agricultura y ganadería, lo cual es un error, porque estos suelos son ricos en hierro y aluminio, lo cual lleva a que la acción del aire y el sol, endurezcan el suelo, o que sea arrastrado por las copiosas lluvias.
Las selvas apenas ocupan el 14% de la superficie terrestre, pero contienen el 60% de las especies animales y vegetales del planeta, los cuales podrían ser explotados sin romper el equilibrio ecológico.

Administración de los bosques:

Explotación forestalLa ecología forestal se ocupa de la administración sostenible, de la extracción de recursos, especializándose en patrones y procesos del bosque, para vigilar las relaciones causa-efecto, que permitan obtener recursos sin afectar negativamente la ecología. La orientación es hacia la extracción de la madera, con la contrapartida de la replantación y regeneración de los bosques.
No sólo la tala de árboles altera los bosques, también los incendios, la contaminación, las plagas, las especies introducidas, y otros factores, también lo hacen. El monitoreo, legislación, y programas de reforestación, han logrado frenar en algo la degradación de los bosques, pero aún falta mucho por hacer, para que las medidas resulten efectivas. Se distinguen dos tipos de bosque: el natural, y el antropogénico.
El natural, es el que mantiene sus patrones originales de biodiversidad, o sea que no ha sido afectada por la acción humana, en un grado que se considere significativo.
Los bosques antropocéntricos, han experimentado grandes cambios en sus patrones, debido a la intensa actuación de los humanos en ellos.
El manejo de los bosques naturales tiene varios objetivos: la producción de madera y otros productos forestales, la protección de las cuencas hidrográficas, y la conservación de la biodiversidad.

Impacto de la explotación forestal:

Todas las iniciativas de explotación forestal tienen un impacto en los bosques naturales, sea por la explotación comercial de la madera, o las industrias procesadoras, o por su conversión a otros usos, o la clausura de los bosques para rehabilitarlos.

La explotación forestal comercial, puede destruir recursos importantes para las economías locales, y pueden ocasionar la colonización incontrolada. La clausura de bosques para su rehabilitación, puede generar problemas sociales con las poblaciones locales, que ven reducidos sus recursos.
La planificación busca cada vez más, integrar las necesidades de las poblaciones locales, con las iniciativas de conservación y rehabilitación de los bosques.

La explotacion forestal y la biodiversidad. Articulo.

En este artículo se exponen unas ideas sencillas para mejorar la biodiversidad de los bosques explotados. Conscientemente sólo se habla de la madera, aunque no debe olvidarse que los montes españoles son multifuncionales y ofrecen una amplia variedad de productos.
Pedro Antonio Tíscar Oliver, Centro de Capacitación y ExperimentaciónForestal, Cazorla (Jaén). Revista El Ecologista nº 40. Verano 2004.
La madera es un material de propiedades únicas, difícilmente sustituible por otros alternativos. Así por ejemplo, se trata de un recurso natural renovable (los metales y los plásticos no lo son) que se puede producir con un coste ambiental bajo, siempre y cuando se eviten los impactos ambientales negativos derivados de la explotación forestal. A este respecto, se habla de la gestión forestal sostenible como del medio para lograr que los bosques resulten económicamente rentables y socialmente útiles, a la vez que conservan sus valores ambientales o, más explícitamente, su biodiversidad.
La gestión forestal sostenible es una concepción humana, pues las aspiraciones socio-económicas sólo atañen a las personas. Sin embargo, la biodiversidad es la expresión misma de la vida tras millones de años de evolución y, en consecuencia, frente a los objetivos económicos y sociales, la necesidad de mantener la biodiversidad en los bosques explotados resulta trascendental.
Los árboles constituyen el armazón del bosque e intervienen de forma definitiva en la creación del hábitat forestal. Uno de los principales inconvenientes de laexplotación maderera es que, al cortar los árboles, modificamos ese hábitat, pudiéndose iniciar procesos de extinción como los sufridos por el pito negro y el mochuelo boreal en los Pirineos.
La forma más simple de evitar estos problemas consistiría en no realizar aprovechamiento alguno. Desgraciadamente, esta opción es poco factible en general –puesto que la utilidad económica y social de los productos forestales es enorme– y nada recomendable para muchos bosques de la región mediterránea en particular. Debe recordarse que los bosques mediterráneos explotados conforme a prácticas tradicionales presentan una biodiversidad extraordinaria, que tiende a disminuir cuando cesa la explotación (insisto en que según los usos tradicionales). Por otro lado, muchos bosques proceden de repoblaciones recientes y están en un proceso de reconstrucción que implica, entre otras medidas, la realización de cortas selectivas para aumentar la complejidad estructural y el grado de naturalidad.
Reservas forestales
Pese a todo, la creación de reservas forestales o de santuarios en donde no se realizan aprovechamientos forestales constituye una estrategia de conservación adecuada para todos los bosques del mundo, incluidos los mediterráneos.
Las reservas forestales existen en la práctica, pues en todos los montes hay lugares de baja productividad o de difícil acceso que nunca se explotan. No obstante, estas áreas de reserva deberían extenderse a las zonas más productivas para, conforme predice la teoría ecológica, conservar los lugares en donde la biodiversidad alcanza valores mayores. Las reservas son también especialmente recomendables para la protección de montes maduros, es decir, de los menos alterados por la acción humana.
Las zonas excluidas de la explotación forestal no tienen porqué ser muy extensas, pero su establecimiento implica una reducción de la producción difícil de aceptar por los propietarios privados. Por ello, la iniciativa de crear una red de reservas debería asumirse por las Administraciones, declarándolas en los montes públicos y comprando fincas o derechos de explotación en los montes privados.
Alguien podría argumentar que una menor producción significa un cierto riesgo de desabastecimiento. Hablar de desabastecimiento en un mundo de mercados globalizados parece ingenuo, pero nos da pie a la exposición de tres ideas generales.
En primer lugar, es necesario mencionar que España importa grandes cantidades de madera a bajo precio. La presencia en nuestro mercado de esta madera importada más barata que la nacional puede limitar muchas iniciativas encaminadas a mejorar la productividad y el estado de conservación de los bosques españoles, por lo que se ha de estar alerta. Así por ejemplo, la necesidad de ofertar madera a precios competitivos ha originado una tendencia a lasobreexplotación de algunos montes españoles.
La circunstancia anterior surge porque una forma de mantener en positivo el balance económico de los aprovechamientos consiste en aumentar los beneficios mientras que los costes se mantienen aproximadamente iguales y esto se consigue cortando algo más de madera por unidad de superficie. De forma parecida, las podas excesivas degradaron buena parte de los encinares adehesados, una vez que el precio de la leña se situó por debajo de cierto umbral.
En segundo lugar, debe recordarse que la demanda de los bienes de mercado está en manos de los consumidores, es decir, todos nosotros podemos contribuir a reducir, reutilizar y reciclar los productos de la madera y sus derivados (las famosas 3R). Ésta es una actitud personal irrenunciable para todos los conservacionistas y una herramienta adecuada para disminuir la presión maderera sobre los bosques.
Finalmente, los problemas de desabastecimiento también se superan aumentando la oferta. En nuestro caso, se trataría de seguir incrementando la superficie arbolada mediante las correspondientes obras de restauración forestal.
Especies diferentes y madera muerta
Fuera de las reservas forestales, y por tanto dentro de las zonas explotadas, se pueden adoptar medidas sencillas que favorecen el mantenimiento de la biodiversidad. Hay, sin ir más lejos, dos aspectos esenciales para la conservación que se pueden aplicar a cualquier tipo de bosque, independientemente de sus características naturales o método de gestión. Se trata del respeto a las especies diferentes de la principal y del mantenimiento de una cierta cantidad de madera muerta.
Los gestores forestales denominan especie principal a ésa de la que procede la mayor parte del beneficio económico que proporciona el monte. Tradicionalmente, las especies principales se han favorecido en detrimento del resto de árboles sin aprovechamiento comercial. Fue el caso de los arces, serbales y tejos en las sierras de Cazorla-Segura o del rebollo, todavía hoy día, en diferentes pinares del Sistema Ibérico. Allí en donde las coníferas y frondosas pueden coexistir, la biodiversidad se ve muy favorecida en las masas mixtas, no sólo por la variedad de árboles en sí, sino por la gran cantidad de insectos asociados a cada especie arbórea en particular. En consecuencia, la promoción de las masas mixtas resulta muy conveniente.
Desde el punto de vista del aprovechamiento económico, normalmente centrado en las coníferas, las frondosas no siempre constituyen un impedimento, pues, por ejemplo, las semillas de conífera encuentran una mejor cama para su arraigo en las porciones de suelo mejorado por el humus de frondosa. Debe recordarse que todo lo relacionado con la regeneración de la especie principal constituye a menudo una obsesión para el gestor de montes.
Además, debido a su escasez, varias especies de frondosas están protegidas por la ley en diferentes Comunidades Autónomas. Las especies escasas han resultado siempre muy atractivas para la realización de campañas de educación ambiental. En este sentido, la plantación de frondosas autóctonas para la diversificación botánica de las repoblaciones de pino, de las que siempre hay alguna cerca, constituye una actividad interesante para su programación desde las organizaciones ecologistas.
Por su parte, la madera muerta suele ser mal vista en el interior de los montes gestionados porque se le achaca un incremento del riesgo de incendios y de enfermedades y plagas forestales. Sin embargo, este punto de vista es claramente contraproducente para la biodiversidad del bosque, ya que, por ejemplo, son miríada los artrópodos e incluso los vertebrados que encuentran alimento o refugio en este hábitat tan especial.
Los riesgos que se achacan a la madera muerta son ciertos, pero deben ser cuidadosamente valorados y matizados para cada monte en particular. El problema no es tan grave en relación con los incendios forestales, pues debe recordarse que los tratamientos selvícolas preventivos se realizan de forma puntual en localizaciones estratégicamente elegidas. Nadie conocedor de la ecología forestalrealizaría tratamientos preventivos sobre toda la superficie del monte, porque, entonces, el bosque dejaría de ser tal para convertirse en una suerte de parque urbano (recuerdo ahora la correlación que el presidente Bush hizo entre la abundancia de árboles y la ocurrencia de incendios forestales en Estados Unidos).
Gran parte de los organismos que bajo determinadas condiciones favorables dan lugar a explosiones graves de plaga o enfermedad viven de los árboles moribundos o recién muertos. La eliminación de este material se ha realizado siempre en los bosques explotados como una medida de profilaxis, pero el riesgo real depende mucho del estado de conservación del ecosistema forestal. Todos los ecosistemas forestales templados soportan naturalmente una presencia importante de árboles muertos, sin que ello constituya una disfunción del ecosistema. Por ello, siempre debería evaluarse si una explosión de plaga o enfermedad se debe nada más que a la presencia de un cierto número de árboles moribundos o es, más bien, la consecuencia de una mala gestión global del bosque.
El inconveniente de la eliminación sistemática de la madera muerta radica en que muchas especies que no son plaga o enfermedad también se eliminan. En ocasiones, estas especies están protegidas por la ley y su maltrato constituye un delito.
La madera muerta de grandes dimensiones es la que menos abunda en el bosque, simplemente porque también escasean los árboles vivos de gran tamaño. Sin embargo, la importancia de esta madera es tanta que en muchos manuales de conservación se explica la forma de matar a los árboles y que estos permanezcan en pie, tal y como si hubieran muerto de forma natural.
Árboles grandes
Los bosques explotados no contienen árboles de gran tamaño porque los árboles se apean en una etapa de madurez joven. Es decir, se cortan a una edad relativamente temprana, que supone nada más que una pequeña fracción de su longevidad potencial. Esto se hace para aprovechar la mayor tasa de crecimiento de los árboles jóvenes y, de ese modo, obtener más madera en el menor tiempo posible. Desgraciadamente, esta práctica razonable desde el punto de vista económico es perjudicial para la biodiversidad, pues impide la formación de bosques maduros. De hecho, muchas especies propias de los bosques maduros desaparecen en los montes permanentemente rejuvenecidos mediante las prácticas de aprovechamiento forestal más habituales.
La ciencia forestal tradicional es capaz de acomodar fácilmente una cierta cantidad de árboles gruesos en los planes de gestión forestal (masas con reserva o masas irregulares), demostrándose que, con frecuencia, los problemas ambientales son más de voluntad que de falta de medios. Abundando en esta idea, podemos recordar que las poblaciones de buitre negro y de águila imperial se han incrementado claramente durante los últimos veinte años en los montes de Valsaín (Segovia), realizando medidas de gestión muy sencillas que no han interferido significativamente con el aprovechamiento forestal de dichos montes.
Los ecologistas pueden contribuir a la conservación de los árboles de gran tamaño promoviendo su protección, en base a la singularidad que representan. Por su parte, la Asociación Española para la Gestión Forestal Próxima a la Naturaleza (www.prosilva.org.es) ofrece una alternativa a la acción de cortar los árboles una vez que han alcanzado una edad predeterminada. Su propuesta consiste en cortar los árboles que ya no cumplen con ninguna de tres funciones principales: de producción, de ayuda a la producción o de conservación del ecosistema, cualquiera que sea su edad.
La ciencia forestal tradicional pone algunos reparos a la alternativa anterior. Por ejemplo, al cortar los árboles a una misma edad es más fácil obtener estructuras poblacionales equilibradas como objetivo a largo plazo. Estas estructuras equilibradas se interpretan como una señal de vigor y persistencia del bosque, pero se ha de mostrar cautela. Las perturbaciones naturales que destruyen los árboles adultos y permiten el arraigo y crecimiento de los jóvenes presentan una importante componente aleatoria tanto en el tiempo como en el espacio y, aunque finalmente crean estructuras equilibradas, éstas deben identificarse a la escala del paisaje y no de la unidad de gestión o de una propiedad forestal. La planificación de la gestión a escala de paisaje es necesaria para la correcta conservación de la biodiversidad, y puede realizarse en el marco de los Planes de Ordenación de los Recursos Forestales establecidos por la nueva Ley de Montes.
En relación con las leyes de conservación, debe recordarse que los bosques no sólo producen madera y otros productos con precio de mercado (corcho, caza, etc.), sino que también proporcionan beneficios clave para la sociedad, tales como la cosecha de agua o la disminución del riesgo de avenidas. Pese a su importancia, estos beneficios económicos no repercuten actualmente sobre el propietario del bosque y, en consecuencia, sobre el bosque en sí. Por ello, parecería de justicia que el país pudiera devolver al bosque lo que recibe de él mediante una adecuada política de exenciones fiscales y de subvenciones, que aumente el interés de los propietarios por sus propias fincas y que, en general, promueva el premio a los buenos propietarios antes que el castigo a los malos.
A título personal, se puede contribuir en el sentido anterior adquiriendo madera certificada. Los ecologistas apoyan el sistema de certificación FSC, del que actualmente existen unos estándares españoles. Vale la pena consultarlos (www.wwf.es), porque muestran de una forma aplicada cómo todo lo dicho anteriormente se plasma en un modelo de gestión forestal con repercusión sobre el mercado de la madera.